11.3.07

 

Intervención del Presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, en el cierre de la manifestación "España por la libertad.No mas cesiones a ETA"

Gracias a todos por venir, y por pensar que este esfuerzo merecía la pena.
Gracias por creer que las cosas no se arreglan solas, que sois necesarios
y que España es responsabilidad de todos y de cada uno de nosotros.
Nos ha movilizado la torpeza de un Gobierno que se ha dejado coaccionar
por un asesino y ha cedido.
Nos ha traído aquí la injusticia cometida —contra todos los españoles—
con un terrorista que no pide perdón, que no se arrepiente, que nos
desprecia y, para colmo, se ríe de nosotros con sus parodias de hospital.
Nos ha traído aquí la falta de gallardía de un Gobierno que pretende
disfrazar la humillación con razones de política inteligente y la indignidad
con excusas humanitarias.
Hemos venido para proclamar que la mayoría de los españoles no
estamos conformes; para que nadie pueda beneficiarse de nuestro
silencio; para que nadie cuente con nuestra resignación.
Hemos venido a decir NO a esa burla de la ambulancia y NO a todo lo que
se oculta tras esta claudicación.
Porque este gesto ha desenmascarado todos los disimulos. Ha dejado
todas las intenciones a la vista. Ya no es posible ocultar lo que resulta
evidente. Ahora sabemos por qué se nos humilla ante los terroristas; por
qué el Gobierno es tan complaciente con sus portavoces; por qué
Batasuna —que es ilegal— recibe mejor trato que quienes respetamos las
leyes. Ahora sabemos por qué había que retorcer las normas, trampear los
procedimientos y engañar a los españoles para excarcelar a un terrorista
insaciable.
Son compromisos previos, son exigencias que los terroristas imponen para
que el Gobierno demuestre su buena voluntad hacia ellos. Es el peaje que
paga el Gobierno para poder negociar.
Se ha pretendido embaucarnos con el pretexto de una paz engañosa. Esa
paz que lleva escrita en el rostro De Juana Chaos. La paz de Otegui. La
paz de los canallas que colocaron la bomba en Barajas.
ETA no nos dejará en paz. No se arrepiente de nada. No renuncia a nada.
Quiere Navarra, quiere la amnistía, quiere la independencia. Nunca se
conformará con menos.
Mientras se le consienta, seguirá y seguirá hasta lograr su propósito, hasta
que renunciemos a la razón, a la justicia, a la dignidad, en definitiva, hasta
que nos rindamos.
Tampoco renunciará jamás a su capacidad de coacción, de chantaje, de
intimidación.
Todo esto lo sabe el Gobierno. Pese a ello, siendo evidente que ETA no
pensaba dejar las armas, buscó su trato. Siendo evidente que ETA
pretendía obtener con el alto el fuego los mismos beneficios que
reclamaba con las armas, buscó su trato. Siendo evidente que ETA se
reservaba el derecho de dialogar con bombas, buscó su trato.
Un trato delirante porque pretender que los criminales se apacigüen
mediante concesiones es tan absurdo como apagar un incendio con leña.
Cuanto más echemos, más nos pedirá. Cuanto más obtengan, más
querrán. No se detendrán hasta obtener todo lo que piden.
ETA no quiere la paz. Busca la victoria. Ha descubierto un Gobierno débil
y quiere aprovechar la ocasión.
Quien cede una vez ante ellos se condena a seguir cediendo o a tener que
combatirlos cuando sea demasiado tarde. Por eso es preferible tener el
coraje de hacerles frente desde el principio, sin debilitar nuestra fuerza, sin
fortalecer al principal enemigo de nuestra libertad.
El Gobierno está cogido en una trampa en la que él mismo se ha metido y
de la que no sabe salir. Por eso se asusta cuando un terrorista no come. Y
se asusta cuando se le piden explicaciones. Y se asusta cuando los
españoles sacamos nuestra indignación, serena y democrática, a la calle.
Se ha equivocado. Está en un callejón sin salida y debe rectificar, pero no
se atreve porque lo que más le asusta es tener que reconocer su error.
Millones de personas le han pedido en la calle que rectifique, pero no hace
caso.
Le hemos tendido la mano muchas veces y se nos ha rechazado siempre.
Hemos querido ayudar y se ha despreciado nuestra ayuda.
Por eso estamos aquí. Es hora de que los españoles hablen. Tenemos
que impedir que las cosas continúen por este camino delirante.
Necesitamos una política antiterrorista seria. Una política diseñada para
perseguir a los terroristas, no para poner zancadillas a los españoles que
no aplauden al Gobierno.
Quiero que este acto quede como testimonio de un pueblo que sabe que
sólo siendo fiel a sus valores podrá construir el mejor futuro.
De un pueblo que sabe que entre el terrorismo y la democracia no hay
caminos de encuentro y que uno de los dos debe prevalecer a costa del
otro. Y que, desde luego, quiere que prevalezca la democracia.
De un pueblo que no quiere tener que contar un día que el terrorismo ganó
una batalla en su país.
Este es un acto de afirmación y de esperanza. De afirmación de lo que nos
une a todos los que aquí estamos y a muchos que no han podido estar: la
democracia, la convivencia pacífica, el aislamiento de los violentos, las
ganas de construir juntos el futuro.
Todo el mundo sabe que hay otra manera de hacer las cosas, más digna,
más justa, más eficaz. Hemos conocido mejores días en la lucha contra el
terror.
Queremos recuperar la España que no se rendía ante los terroristas, que
no se humillaba ante el chantaje, que no premiaba a los asesinos, que no
menospreciaba a las víctimas.
La España que consiguió que ETA no matara porque no podía matar,
porque la estábamos derrotando.
La España que acabó con el terrorismo callejero.
¡Claro que hay otra manera de hacer las cosas!
Y tenemos derecho a reclamarla.
Queremos que la democracia gane y que ETA pierda.
Queremos que Batasuna desaparezca de nuestras calles, de nuestros
telediarios y que ni sueñe con volver a los ayuntamientos.
Queremos que los terroristas sepan que no tienen nada que reclamarnos,
que su único destino es la cárcel y que nosotros todavía sabemos
distinguir con nitidez quiénes son las personas decentes y quiénes son los
indeseables.
Los distinguimos muy bien. Por eso no nos olvidamos de las víctimas. A
nosotros no nos estorban. Al contrario:
Son el mejor estandarte de nuestros valores; el testimonio vivo de nuestra
fe en la democracia; representan el precio que hemos pagado por nuestra
libertad; expresan nuestra respuesta al terrorismo; hacen saber que, ni con
uno ni con mil muertos, logrará nadie doblegar nuestros principios.
Dos personas, entre tantas otras que permanecen en nuestro recuerdo,
simbolizan de forma eminente la voluntad de este pueblo de decir que NO
al chantaje y al terror.
Una de ellas, Miguel Ángel Blanco, no puede estar hoy con nosotros. Pero
aún esta plaza de Colón se estremece con el recuerdo del grito de más de
un millón de gargantas que clamaron “¡Basta ya!” tras su cruel asesinato.
Y aún nos estremece a todos el coraje cívico de sus familiares ofreciendo
su sacrificio por la derrota final del terrorismo.
La otra persona, José Antonio Ortega Lara, sí está hoy entre nosotros y su
ejemplo de valor y sacrificio siguen siendo el mejor estímulo para la
resistencia cívica de un pueblo.
El mejor camino para honrar a las víctimas es que volvamos a hacer las
cosas como se hacían cuando se hacían bien. Las flores y los aplausos
nunca sobran, pero como de verdad se les honra es defendiendo la razón
que da sentido a su muerte. Se les honra defendiendo las ideas que sus
asesinos condenan. Se les honra persiguiendo a sus perseguidores. Se
les honra haciendo justicia. Nosotros les haremos justicia.
Esto es lo que queremos y esto es lo que nos ha traído aquí: que el
Gobierno rectifique, que se imponga la razón, que se aplique la ley y que
sea el Gobierno el primero en respetarla.
No se si se nos escuchará o nos responderán con la arrogancia habitual ,
pero esta es nuestra posición y a ella convocamos a los españoles. Esta
es nuestra tarea.
Un empeño que está por encima de diferencias ideológicas; por encima de
partidos, por encima de rivalidades políticas, porque afecta al interés
común. Una tarea que exige el esfuerzo de todos y merece el apoyo de
todos.
Porque no estamos hablando solamente del terrorismo. Ni siquiera
principalmente. Estamos hablando de España, que es lo que nos ocultan
detrás de eso que llaman negociaciones.
¿Con quién discute el Gobierno el futuro de Navarra, del País Vasco, de
España? ¿Con los Navarros? No. ¿Con los españoles? No. ¡Lo discute
con Batasuna, a escondidas, en secreto! ¿Con qué derecho?
No lo vamos a consentir. España nos pertenece a todos y nadie tiene
derecho a modificarla para dar gusto a ETA. No lo vamos a consentir.
Hasta hace tres años, esto era impensable porque las cosas importantes
para todos los españoles estaban amparadas por un consenso. Esas
cosas no se tocaban. Ese consenso que el señor Rodríguez Zapatero se
apresuró a quebrar para tener las manos libres.
Necesitamos recuperar el consenso. Si no es posible alcanzarlo con el
Gobierno yo quiero establecerlo con la gente, con los españoles. En ese
espíritu, convoco solemnemente a todos los españoles, a los que les
importe España a poner fin a esta situación. Les convoco a defender la
nación española y a sumar esfuerzos para recuperar nuestra autoestima
como un pueblo que ha sabido dar ejemplo al mundo con su entereza
frente al terrorismo.
Si alguien piensa que esta es una empresa que requiere mucho esfuerzo y
mucha constancia y mucha voluntad, piensa bien. Pero si alguien piensa
que vamos a cansarnos, se equivoca. Se equivoca de medio a medio y
basta con venir aquí para comprobarlo.
Somos una voluntad en marcha. No nos vamos a resignar. No nos
cansaremos de combatir por nuestros principios. No renunciaremos a
conquistar lo que es justo. No nos rendiremos jamás.
Volved a vuestras casas y contad a todo el mundo lo que ha pasado aquí,
lo que habéis hecho, lo que habéis sentido. Que os vean en pie, con la
cabeza alta y fuertes como yunques. Orgullosos de ser españoles que no
se resignan.
Decid que estamos reclamando una deuda que el Gobierno quiere
cancelar.
Decid que reclamamos la libertad que nos han robado y que solamente
podremos recuperar cuando se haga justicia, cuando podamos respirar
hondo, cuando los terroristas no ejerzan ninguna influencia en nuestra
vida, cuando ETA sea derrotada y desaparezca.
Este es nuestro empeño, esto es posible y esto, con la ayuda de todos, lo
haremos realidad.
Gracias otra vez por vuestra presencia, por vuestro calor y por vuestro
gran ejemplo de civismo.
Y ahora, si todavía no estáis roncos, gritad conmigo:
¡Viva la libertad!
¡Viva España!





<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?